Fútbol e ideologías, a 40 años de Chile - URSS

Francisco Valdes anota el tanto ante la URSS
 “Por consideraciones morales los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos (…) La Unión Soviética hace una resuelta protesta y declara que en las actuales condiciones, cuando la FIFA, obrando contra los dictados del sentido común, permite que los reaccionarios chilenos le lleven de la mano, tiene que negarse a participar en el partido de eliminación en suelo chileno y responsabiliza por el hecho a la administración de la FIFA”.

Pocas veces en su historia la asociación que dirige los destinos del fútbol mundial habrá recibido semejantes consideraciones como las emitidas por la Federación de Fútbol de la Unión Soviética, para justificar la ausencia de su selección en el partido que debía disputarse el 21 de noviembre de 1973, para definir la clasificación al Mundial de Alemania del año siguiente. Pero en tiempos de guerra fría y dictaduras en América del Sur, el fútbol se cruzó con las ideologías, mientras los combinados nacionales dirimían en un mano a mano su clasificación a la Copa del Mundo, hace 40 años. En el primer partido disputado en Moscú, los chilenos habían conseguido un valioso empate en cero. La ausencia de su rival en la revancha le permitió clasificarse para el Mundial.

La serie clasificatoria entre soviéticos y chilenos estuvo cruzada por el golpe de estado ocurrido en el país sudamericano el 11 de septiembre de 1973. Ese día, los futbolistas chilenos debían entrenarse en el complejo Pinto Durán. Mientras se sucedían los enfrentamientos en el centro de Santiago, varios jugadores pasaron por puestos de control de las fuerzas de seguridad mientras se dirigían al entrenamiento. Algunos de ellos se identificaron como futbolistas para evitar problemas. Al llegar al predio, el entrenador Luis Álamos los envió de regreso a sus casas.

Al día siguiente, el plantel debía volar a Moscú, pero el viaje recién pudo realizarse el lunes 17. El avión de Lan Chile que transportó a los futbolistas fue el primero que abandonó Santiago tras el cierre del espacio aéreo decretado por el gobierno militar. Las crónicas afirman que la nave se elevó de inmediato para eludir disparos de posibles francotiradores.

El Estadio Nacional de Chile luego del golpe
El gobierno de facto miraba con recelo al régimen comunista soviético, a quien Salvador Allende, el presidente derrocado, había calificado como el hermano mayor de Chile. Cuando se disputó el encuentro en Moscú, la Unión Soviética ya había roto sus relaciones diplomáticas con el país sudamericano y el gobierno de Estados Unidos había reconocido oficialmente a la Junta Militar. El gobierno soviético no dio trascendencia al partido, a tal punto que, a la misma hora, la televisión emitió un partido de hockey sobre hielo. En Santiago, el encuentro tampoco fue televisado. Los futbolistas fueron silbados por los 75 mil espectadores cuando salieron al campo.

Tras el empate final en cero, Pinochet envió un telegrama de felicitación e invitó al plantel al Palacio de Gobierno. Cuando ingresó el General, todos los futbolistas se pusieron de pie. El único que permaneció sentado fue Carlos Caszely, de conocida militancia socialista, cuya madre fue secuestrada y torturada durante la dictadura. “Pese a los factores en contra, ustedes lograron lo que yo considero un verdadero triunfo” dijo el dictador. Pero restaba aún el encuentro decisivo en Santiago.

Una vez producido el golpe militar en Chile, el Estadio Nacional se convirtió en una gigantesca prisión a cielo abierto, que sería despejada para el duelo eliminatorio ante los soviéticos. Ante la polémica suscitada por el escenario elegido, las autoridades del fútbol chileno ofrecieron al gobierno de Pinochet jugar la revancha en Viña del Mar. Sin embargo, se decidió disputar el duelo en la capital, para mostrarle al mundo que todo era normal en Chile. Los detenidos fueron trasladados por orden del gobierno al norte del país.

Finalmente, poco importaron las acusaciones sobre el estadio y el horror. La noche anterior, cuando se confirmó la deserción soviética, se produjo una gran celebración entre los jugadores chilenos. Al día siguiente, los futbolistas y el árbitro local Rafael Hormazábal salieron al césped a disputar un partido sin rivales. Los Carabineros tocaron el himno chileno mientras se izaba la bandera nacional. Tras el pitazo inicial, los jugadores de la roja combinaron varios pases sin oposición y Francisco Valdez marcó el tanto simbólico. Horas más tarde, la selección de Chile disputó en el mismo estadio un amistoso ante el Santos de Brasil, pero lejos de poder festejar la clasificación, los chilenos perdieron por 5 a 0.



Al año siguiente, antes de viajar al Mundial de Alemania, el General Augusto Pinochet despidió personalmente al equipo. “Chile sabe los problemas que van a tener que afrontar en Europa, porque la calumnia y la mentira ha llagado a tapar la mentalidad de muchos europeos que no saben ni conocen lo que sucede hoy en Chile. Por eso estamos seguros que van a tener algunos problemas”, les dijo. Chile se volvió de la Copa del Mundo en primera ronda, tras dos empates y una derrota. La dictadura de Pinochet se prolongaría durante 17 años y dejaría más de 3200 muertos y cerca de 30.000 torturados.

Augusto Pinochet despide al plantel chileno antes de partir al Mundial de Alemania 1974: